La serie trataba de un hombre (Dominic Purcell) que despertaba desnudo y solo en una pequeña isla de la costa de Seattle y lo peor de todo es que no recordaba nada, ni su propio nombre. Con este precedente, se tira al mar y es recogido por un barco pesquero en el que los tripulantes hablan una lengua extraña. Lo sorprendente es que nuestro personaje sabe hablar esa lengua sin ser consciente de ello, así como de saber la hora del día sólo con mirar el sol.
Al ser consciente de esto John Doe (nombre que reciben los cadáveres que no son identificados en los EEUU) saca provecho de la situación y a partir de apostar unos pocos dólares en los caballos, acaba siendo un millonario inversor. También se da cuenta de que padece ceguera cromática y no puede ver colores, solo blanco y negro.
Aún así, John quiere saber quién es, cómo perdió su memoria, si estaba casado, si tenía hijos...etc etc. Así un día viendo la televisión en un bar ve una noticia sobre una niña raptada en su propio colegio a la cual sí puede ver en color, es por eso, que acude a la policía y tras mucho insistir, ayuda a resolver el caso de la niña secuestrada. De este modo se convierte en una especie de consultor de la policía de Seattle, a la vez que intenta descubrir quién es y de donde viene.
Con este interesante argumento empezaba esta gran serie, que tras unos 21 capítulos terminó abruptamente y sin sentido. Según Fox, Dominic Purcell se negó a rodar una segunda temporada por unas diferencias con los productores y la cadena, y así es como esta serie acabó en agua de borrajas. Una serie que pudo ser un bombazo y que terminó siendo una serie de una temporada y con un final inacabado.
Creo que lo propio sería que por lo menos la Fox, hubiese negociado aunque tan sólo fuera un par de capítulos más para terminar la serie como es debido y no dejarla como la dejaron.
Una serie que será recordada por muchos y que no fue nada para Fox.
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